Hace poco, charlando con un papá de una nena
de diez años, este se quejaba de cómo su hija no le hacía caso y de cómo le
costaba ponerle límites. Le pedí que me mostrara cómo hacía para darle las órdenes
y ponerle límites y resultó que él le daba muchas explicaciones, como si
tuviera miedo de usar su autoridad paterna, y así, embarullados entre palabreríos
y discusiones, él abandonaba sus intentos y la nena terminaba haciendo lo que
ella quería. Y casualmente, esa actitud débil para poner límites, también la
llevaba a su trabajo con sus subordinados, no consiguiendo los resultados que
buscaba.
Observamos qué
le pasaba a él con los límites, qué hacía o había hecho las veces que le habían
puesto límites a él o cómo se había sentido las veces que no había podido hacer
lo que quería. Y también observamos su voz y su postura corporal, muy poco
convincentes a la hora de poner orden y límites.
El orden y la
aceptación de los límites son necesarios para la convivencia social armónica y
es necesario que sean entendidos desde temprana edad para no confundirnos y
aceptar dónde terminan nuestros derechos y dónde comienzan nuestras
obligaciones.
Los papás
necesitan aprender a ejercer la autoridad “con sentido”, dentro del amor y del
respeto, sin gritar, necesitan hacerles saber a los hijos que hay un orden en
la casa, una jerarquía de poder, porque eso contribuirá a que el sistema
familiar y las relaciones fluyan dentro y fuera de la casa.
Los niños necesitan
aprender desde pequeños a ampliar la tolerancia a la frustración que les
produce no conseguir todo lo que desean o hacer todo lo que quieren. Eso les
dará un marco de acción, los hará más flexibles y en vez de frustrarlos los
pondrá en contacto con sus posibilidades.
Y para terminar,
un llamado de atención a los límites que tienen que ver con la seguridad: esos
no se negocian. Enchufes, cosas calientes, la calle, las escaleras y todo lo
que implique peligro, exige de parte de los padres mensajes claros, cortos y
convincentes. Con tono firme, anticipatorio y mirando a los chicos a los ojos,
se les advertirá lo que produce riesgo para ellos.
Estas formas de
actuar a veces tienen que ver con la falta de asertividad. Las conversaciones
de Coaching Ontológico pueden ayudarte a ampliar la mirada sobre lo que no
estás sabiendo cómo hacer, como por ejemplo, actuar asertivamente. ¿Te gustaría
saber cómo es una conversación de Coaching? Consultame: lucila.barbero@gmail.com
Este artículo fue publicado el sábado 27 de octubre de 2013 en el Suplemento del Vecino del diario La Auténtica Defensa de la ciudad de Campana, Buenos Aires, Argentina.