DECILE BASTA AL PERFECCIONISMO – 1ª parte. Por Lucila Barbero
Julia
Cameron, en su libro El camino del Artista, dice que el PERFECCIONISMO no tiene
nada que ver con hacer las cosas bien, ni con mejorarlas, ni con la exigencia.
El perfeccionismo es rehusar seguir adelante. Es una especie de lazo, un
sistema cerrado obsesivo y debilitante
que te atrapa en los detalles de lo que estás escribiendo, pintando o haciendo y
perdés la perspectiva de la totalidad. En vez de crear libremente y permitir que
los errores den lugar a revelaciones posteriores, a menudo nos limitamos a
corregir los detalles. No existen borradores o ejercicios de precalentamiento
para el perfeccionista; cada bosquejo debe ser perfecto, listo para la
imprenta. El perfeccionista nunca está
satisfecho, jamás dice: “Esto está bastante bien, creo que seguiré adelante”. Reduce
la originalidad a una uniformidad que carece de pasión y de espontaneidad. El
perfeccionista corrige una y otra vez. El perfeccionista escribe, pinta, crea
con un ojo puesto en la audiencia; en vez de gozar del proceso, constantemente evalúa
los resultados. El perfeccionista habita en el costado lógico del cerebro, que
es la mansión de la crítica. Para el perfeccionista siempre hay algo que mejorar.
Él llama a esto “humildad”, pero en realidad es egocentrismo. Es una
manifestación de soberbia aspirar a escribir un guión perfecto, realizar una pintura
perfecta, o llevar a cabo una actuación impecable. El perfeccionismo no es una
búsqueda de lo mejor sino la persecución de lo peor en nosotros mismos, de esa
parte que nos dice que nada de lo que hagamos será suficientemente bueno, que
debemos tratar otra vez, sin aceptar que para hacer algo bien, primero tenemos
que hacerlo como podamos, aunque sea mal. Para poder arriesgarse a hacer algo,
hay que arrojar por la borda nuestros límites; debemos atravesar el “no puedo
porque… (soy demasiado malo, demasiado viejo, demasiado tímido, demasiado
pobre, orgulloso, a la defensiva, etc.)”. Cuando decimos que no podemos hacer
algo, en realidad queremos decir que no lo haremos a menos que podamos
garantizar que resultará a la perfección.”
Y no
confundamos PERFECCIÓN con EXCELENCIA. Dice Vanesa Coronel en su blog,
que “en cuanto cruzamos esa frontera, todo cambia. Aquello que nos motivaba a
ir por más, luego puede paralizarnos e impedirnos avanzar. Lo que antes nos
generaba una sensación de entusiasmo y adrenalina, después tal vez nos produzca
vértigo y ansiedad. En la mentalidad del perfeccionista el error es un fracaso,
y a nadie le gusta fracasar…Por eso, ante la mínima sospecha de no hacerlo
bien, prefiere no intentarlo. Alguien así, se pierde de vivir experiencias
nuevas. Por miedo al ridículo, por ejemplo, no se permite probar, intentar
fuera de un terreno conocido. Vanesa dice que observes estas conductas para ver
si estás atrapado en el perfeccionismo:
1 - Solés establecer metas que no alcanzás.
2 - Constantemente competís.
3 - Ves los errores como algo terrible.
4 - Solés ser testarudo/a, creyendo que hay una sola manera
de hacer las cosas.
5 - Solés ser muy autocrítico/a.
6 - Solés dudar constantemente de tus habilidades.
7 - Retrasás
tomas de decisiones esperando el momento perfecto.
8 - Te perdés de disfrutar situaciones buscando la
perfección en todo.
Y concluye: “Camina tu camino sabiendo que cada paso es avance, más allá de que ese paso te lleve a lugares que no querías llegar. Todo, cada instante, trae consigo aprendizaje, sobre todo, esos que llamamos errores...Está en vos poder verlo de otra manera.”
El próximo domingo veremos algunas ideas prácticas
para superar el perfeccionismo. ¡No te las pierdas!
¡Siempre por tu bienestar!
Lic. Lucila Barbero de Bermúdez
Coach
Ontológico Profesional – Master en PNL esp. en Educación
Encontrá aquí mi libro "20 TIPS PARA DESCOMPRIMIR EL ESTRÉS"
Este artículo fue publicado por el diario La Auténtica Defensa de la ciudad de Campana, Buenos Aires, Argentina, el domingo 9/10/16
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